Cuando una cyborg se despierta sin recordar quién es en un mundo futuro que no reconoce, un médico compasivo se da cuenta de que en algún lugar de ese caparazón está el corazón y alma de una mujer joven con un pasado extraordinario.
Esta es una creación electro-sinfónica que le debe mucho a la participación como director de orquesta del gran Conrad Pope, quien da entidad, solvencia y vigor a ideas musicales y temáticas que creadas en máquinas son elevadas a mayor categoría gracias a la orquesta. Esta es una banda sonora de énfasis y de entretenimiento, con momentos interesantes y otros que son rutinarios, pero en la que al menos se aprecia una voluntad y un propósito de relatar, de servir no solo a la decoración del filme sino a su narración. No acaba de consolidarse ni de tomar forma, pero es estimable.