Una nave espacial en forma de ser humano llega a Nueva York. Su interior está controlado por un extraterrestre idéntico a la figura de su nave.
Esta comedia sin trascendencia alguna cuenta con una música poderosa, elaborada, muy intensa en lo sinfónico e instrumental, dotada de momentos de extraordinaria lucidez. El compositor deleita y divierte con una creación que sobrevivirá al filme.