Un científico y su ayudante viajan a Transilvania para certificar la existencia de vampiros, sin prever qué es lo que les espera a ambos.
El compositor escribió, para aderezar lo grotesco y cómico, un enérgico vals que empleó como melodía principal de toda la partitura. En el resto, los temas seguían esa misma intención, puntualizando las distintas secuencias de manera algo excesiva, pero eficaz.