A principios del XX, en el sur de Estados Unidos, una excéntrica mujer abre un café en el que se evidencian los conflictos sociales y raciales de la época.
Partitura que deambula en diversos niveles dramáticos: por una parte música sureña, afroamericana, con cantos; por otra, melodías en la línea habitual del compositor, con sonoridades repetitivas que remarcan el concepto de la monotonía existencial pero a las que se superpone una evolución lírica y dramática, de creciente belleza, que va tomando cuerpo a medida que avanza el filme.