Miniserie televisiva sobre un hombre a quien se le han otorgado los poderes de un dios lunar egipcio, pero pronto descubre que estos nuevos poderes pueden ser tanto una bendición como una maldición para su turbulenta vida.
Esta ambiciosa y ampulosa serie, que conjuga las aventuras clásicas de superhéroes con los trastornos de identidad, se beneficia de una formidable creación sinfónica y coral que es compleja y elaborada a la vez que sencilla y clara en sus planteamientos y su estructura temática. Obviamente todo se desarrolla en las arenas musicales de las referencias y los elementos de la música étnica egipcia, instrumentos incluidos. En este escenario se despliegan dos grandes temas centrales, un tercero de menor relevancia y mucha música secundaria de apoyo. El tema principal es contundente y mayestático, casi omnipresente y magníficamente bien aprovechado y aplicado: se muestra completo o fragmentado como si de un puzzle se tratara, pues distintas son las piezas/personalidades que unidas forman un todo: el Caballero Luna/tema principal. Además, el empleo de voces corales (en momentos ordenadas, en otros caóticas, superpuestas) complementan adecuadamente el conflicto interno, las distintas personalidades del protagonista y enfatizan lo sufriente, el tormento.
Frente a este se posiciona un contratema, para Harrow/Ammit, que aunque más elemental es refinadamente siniestro y lúgubre, y sin conflictos internos: es de hierro. Se enfrenta al tema principal constantemente, hasta llegar al clímax de la batalla apocalíptica entre dioses y hombres, donde ambas músicas pelean por imponerse y por sobrevivir. En esta lucha se suma un tercer tema, el de la Escarabajo Escarlata, que añade intensidad y epicidad.
Esta banda sonora transita con naturalidad diversos ámbitos: lo dramático, el terror, lo épico y lo sentimental, teniendo como faro guía la omnipresencia del tema principal y con un aire clásico que recuerda lo mejor de las creaciones egipcias de Goldsmith, Silvestri o similares.