Un aventurero llega a una feria deseoso de abrirse camino y progresar. Allí conoce a la pitonisa, y también a una joven que se siente atraída por él, y con ellas planea ganar dinero engañando a gente.
Por un cambio de fechas en la producción a causa de la pandemia de la COVID-19, Alexandre Desplat debió apearse dado que tenía que asumir otros compromisos profesionales. En su lugar fue llamado Nathan Johnson, compositor que asume este filme siguiendo los códigos usuales del cine negro, fusionando con habilidad varias líneas estilísticas: el suspense, lo dramático, un aura moderadamente pesimista y hasta siniestra, todo ello con el poderío de un tema principal que va apareciendo y desarrollándose hasta su eclosión final. Es una banda sonora adecuadamente planteada y estructurada, en la que lo mejor de todo es el aire triste, crepuscular, un color que funcionaría bien si en el resto de la película hubiera algún tipo de contrapunto, para retroalimentarse y complementarse. Pero el resultado es que respondiendo tan estrictamente a lo que se presenta desde las escenas y la historia, acaba siendo muy superficial y contribuyendo más al aburrimiento que no a profundizar en la trama o personajes.