Un científico nuclear emprende un viaje secreto al Berlín oriental, intentando eludir a su ayudante y novia, que le sigue. Cuando llegan, él es recibido como un disidente, pero su auténtico motivo es el obtener una fórmula que lleva persiguiendo desde hace tiempo y que obra en poder de un profesor.
Película que provocó una violenta pelea entre Alfred Hitchcock y Herrmann y puso punto final a su fructífera colaboración: Bernard Herrmann fue sustituido por el inglés John Addison, quien se encargó de la banda sonora, finalmente editada, de Torn Courtain (66). Según la versión oficial, para conseguir algo más comercial y acorde con la época. Pero no parece que fuera esa la razón, si se tiene en cuenta que el magnífico trabajo de Addison no fue precisamente comercial. Lo más factible es que el director, en muy bajo estado anímico tras los fracasos comerciales de sus anteriores películas, no soportara la idea de que Herrmann (que nunca conoció bajón creativo alguno) rompiera una vez más el equilibrio entre ambos, lo que provocaría el choque de egos entre los dos genios, no dispuestos a ceder. Nunca volvieron a verse y esta edición con la música que no fue utilizada deja entreveer lo que Herrman tenía en mente: una historia mucho más apasionada, delirante y opresiva. Lo escrito por el compositor mantiene su habitual estilo, intensidad reflejada en su tema principal, así como en el espeluznante fragmento que había escrito para la larga secuencia del asesinato en la granja.