Continuación cinematográfica de la serie televisiva, en la que la familia Crawley y su carismática servidumbre se preparan para el momento más crucial de sus vidas: la visita del rey y la reina para pasar con ellos un día.
En el salto de la pequeña a la gran pantalla, incluso aunque se trate de una continuación, se podría esperar algún tipo de tratamiento diferente en el empleo de la música, pero no es lo que sucede. El compositor aborda este filme como si de un episodio más de la serie se tratara, como si fuera un especial, sin mayor compromiso que el de cumplir con lo esperado: aquí, además, con la repetición algo cansina del brillante tema principal a lo largo del metraje. En lo demás no hay mucho más: esta es una bella música parcheada, sin sentido narrativo ni dramático, que sería brillante en la televisión pero que resulta mediocre en el cine. Quizás, eso sí, se ha querido evitar que parezca cine.