La historia de la inmortalidad y el tormento de un grupo de vampiros, destinados a convivir entre ellos a lo largo de los siglos y a hacer de la sangre ajena su único alimento.
Compleja pero fascinante partitura que se inicia con un cántico sacro, «Libera Me», con el que el compositor evoca una atmósfera inquisitorial que se va tornando oscura a lo largo de la composición, con instrumentos como el clave o la viola d’amour para potenciar la atmósfera gótica. Además de incorporar algo de sintetizador, utilizó onomatopeyas como latidos cardíacos y jadeos, en sonoridades graves y atonales que remarcaban los aspectos más dramáticos y elegíacos. También incorporó danzas macabras, las perfectas para dotar a la película del cariz grotesco y terrorífico.
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