Film semiautobiográfico de la infancia y juventud de Spielberg. Ambientada a finales de la década de 1950 y principios de los años 60, un niño, influido por su excéntrica madre artista y su padre ingeniero informático, descubre un secreto familiar devastador y explora cómo el poder de las películas puede ayudarlo a contar historias y a forjar su propia identidad.
(spoilers)
En este filme de evocaciones y recuerdos la banda sonora lo es también para las evocaciones y los recuerdos, tanto en la música original como en las preexistentes. Es significativo que al cine que el joven Spielberg graba con su cámara le ponga música preexistente pero nada de Williams: el compositor no tiene sitio en esos celuloides puesto que ambos aún no se conocían. El piano se vincula estrechamente al personaje de la madre, que ama el instrumento, lo toca y se siente frustrada por no haber podido hacer carrera con él. La música que se sienta a tocar es por lo general triste y apesadumbrada, y se extiende a otros personajes, especialmente en su hijo, en secuencias paralelas: altamente significativas son las escenas donde ella toca la música de Bach a la vez que, en otra habitación pero en tránsito de diégesis a incidental, su hijo descubre su infidelidad, antes de que la música regrese a lo diegético. La misma música será empleada, solo en plano incidental, cuando el hijo le enseña a la madre la prueba de su infidelidad. Las teclas de piano golpean (suavemente) a la madre, desvelan su vulnerabilidad, pero también ayudan a enfatizar el amor que siente por su familia. El piano es precisamente el instrumento que construye el tema principal, una bellísima melodía que es de Mitzi Fabelman, del amor que siente y de su sanación emocional.
Y en un plano muy por debajo de importancia y significancia está el tema musical que sí es de y para Spielberg y su anhelo por ser cineasta. Arranca al principio, cuando recibe como regalo una cámara, y culmina al final, tras la visita a John Ford. De hecho, este tema de Sammy/cineasta no es memorable sino superdiscreto, casi invisible, en tanto que el tema de Mitzi es absolutamente abierto, llamativo, emotivo, memorable. Parece claro que Spielberg quería contar su historia pero desenfocándose musicalmente y poniendo toda la luz musical en su madre. Por discreción, humildad, pudor o simplemente por amor. No hace falta nada más y con tan poco ambos hacen mucho.