Recuento de los veintisiete días en que Fiodor Dostoevsky tuvo para escribir “El jugador”, con sus dudas, obsesiones y temores.
Partitura que fue rechazada y sustituida, aunque no en su totalidad, por otra de Brian Lock. A la música de Schurmann, más dramática y también más expresiva, le faltó algo que los productores consideraban esencial para el filme: romanticismo, que es lo que sí aportó Lock. A pesar de ello, se acabó aplicando parte de su creación. Se ha editado junto al The Gambler (97) de Lock.