Adaptación en forma de serie televisiva de la película Time Bandits (81), sobre un niño que descubre un portal a través del que viaja en el tiempo.
A pesar de que la serie es una digno tributo a Terry Gilliam la música del compositor resulta en su conjunto poco ambiciosa y sin magia. Cumple con los mínimos en el énfasis de la acción, la recreación ambiental y el tono barroco y extravagante, pero no levanta el vuelo en ningún momento. La mayor parte de sus inserciones son breves, lo que imposibilita alcanzar protagonismo y elevar la aventura, como tantas veces se hizo en el cine de Gilliam. Su cierta apatía y monotonía son el principal lastre.