Miniserie televisiva sobre un expolicía endeudado que tiene que volver a su Florida natal para encargarse de un trabajo bastante turbio y acaba envuelto en una búsqueda del tesoro delirante y letal.
Reseña de Javier González:
Esta es una miniserie con una importante cantidad de músicas y canciones preexistentes, en ocasiones con cierto color tarantiniano, aspiración que no se ciñe sólo a la banda sonora, sino que también se intuye en otros aspectos de su trama criminal, como un característico humor negro o la composición de algunos personajes. Ciertamente son todas ellas aspiraciones no alcanzadas. La música original de Robinson y Birenberg es una fantástica y fresca propuesta de funky, groove y acid jazz, con algunos temas que pueden recordar a Sideways (04), de Rolfe Kent, otros con ritmos afrocaribeños para ubicar el lugar donde transcurre la trama y otros cercanos a la psicodelia. Es una música variada y estimulante, donde destacan las percusiones, el uso de la flauta, el saxofón y los teclados.
Por desgracia, está muy desaprovechada y no encuentra su lugar ni propósito, más allá de algún momento aislado del pegadizo tema principal aplicado al protagonista. Toda la música, tanto la preexistente como la original, es utilizada como parche tapando huecos y momentos concretos, pero sin unas intenciones narrativas o dramatúrgicas claras. A pesar de ser una partitura con gran potencial (así se aprecia en la gozosa escucha del disco), desafortunadamente queda desdibujada en la serie, relegada a un segundo plano al no darle su merecida relevancia en la sala de montaje.