En una aldea a orillas del mar, donde nunca sucede nada, una adolecente busca aventuras. Ella es una experta en lo oculto y desearía que los fantasmas y los espíritus fueran reales. Un día, su hermano es poseído por el espíritu de un hombre muerto que luchó contra el mal en el siglo XIX. Ella deberá buscar ayuda.
Notable ejercicio de virtuosismo orquestal, sinfónico claro, al que sin embargo le falta sutileza y sobra cierta grandilocuencia de pretensiones impresionistas. Como partitura épica y evocadora de lo mágico es absolutamente convencional y conservadora: es más de lo de siempre. Sin embargo, es más que evidente que la compositora se maneja cómodamente ante grandes formaciones orquestales, y a buen seguro en el futuro aportará partituras mucho más interesantes.