Cuando empiezan a desaparecer niños en un pueblo, un grupo de niños lidia con sus mayores miedos al enfrentarse a un malvado payaso llamado Pennywise, cuya historia de asesinatos y violencia data de siglos.
Aunque no guarda relación con la serie televisiva, sino que es una adaptación de la novela de Stephen King, sí hay algunos paralelismos con la música que escribiera Richard Bellis, o simplemente es que este captó bien lo que es la esencia del relato que no ha habido otra opción que reiterar ideas que allí funcionaron espléndidamente.
En primer lugar, obviamente, la música se destina a enfatizar el horror y generar ansiedad, misterio y también impactos inmediatos (el susto del gato musical). Pero esta es la música que cualquier espectador espera de un filme así, por lo que no es suficiente. Como hizo Bellis, y a partir de un sólido tema principal, se insertan elementos dramáticos que redundan en incrementar aún más el terror, pues en el mismo hay motivaciones: sobre todo el dolor que, generado por It, lo hacen aún más peligroso. Así, entre lo grotesco y demencial por un lado, y el dramatismo y fragilidad por el otro se produce una combinación explosiva que el compositor mantiene con solvencia durante todo el filme y que resuelve de modo fatigado pero hermoso.