Segunda temporada de Game of Thrones (11), ambientada en un mundo ficticio medieval donde estalla una guerra civil dinástica entre varios clanes.
El compositor mantiene las líneas principales que ya aplicó en la primera entrega, incidiendo menos en lo espectacular y más en lo dramático, que aquí es turbulento y acertadamente siniestro, si bien muy moderadamente. No hay, sin embargo, una evolución que haga de esta obra una creación singular sino que es muy dependiente de la previa, que era en todos los aspectos una obra superior. No es un paso atrás, pero tampoco un paso adelante.