Reseña de Ignacio Marqués Cuadra:

En este precioso videojuego, que se desarrolla en un bosque mágico muy influenciado por la cultura y localizaciones del sudeste asiático, Kena –la protagonista– debe ayudar a los espíritus locales erradicando la oscuridad que otros espíritus malignos están expandiendo y, así, restaurar la paz en todo el bosque.

La banda sonora juega un papel importante a nivel ambiental, emocional y explicativo, siendo un poderoso aliado que hace del propio videojuego una experiencia mucho más emocionante y completa. El compositor crea una música muy original y bien construida, en continuum –que va progresando poco a poco a medida que lo hace la historia o evolucionan los personajes– y que logra captar con creces la esencia de lo que trata transmitir el videojuego y su mitología, potenciándolos. Para ello, y con el fin de conseguir una identidad musical sólida, recurre a la música tradicional de Bali colaborando estrechamente con los artistas balineses Çudamani. Esta música (con su propia instrumentación) no la incorpora sólo con fines estéticos o ambientales, sino que llega a formar parte del alma del videojuego al estar profundamente integrada en la aventura, los personajes o el entorno, de una manera totalmente orgánica y genuina. Y esta música se estructura en dos niveles espaciales, el del entorno y el de los personajes –ambos confluyendo en muchas ocasiones–. En el primero, la música del bosque es muy bella y pacífica –también misteriosa o espiritual en algunas zonas– y, en ocasiones, el compositor también la utiliza de manera explicativa (especialmente al inicio del juego) con la premisa de que Kena ha de restaurar la paz en el bosque: esta música no llega a las zonas corrompidas por los espíritus malignos (en ellas suele haber una música atmosférica, moderadamente oscura, o directamente temas de acción si hay combate). Pero cuando Kena expulsa esos espíritus la música del bosque regresa a estos lugares –por ejemplo, sucede con el pueblo de los espíritus al principio–. En el nivel de los personajes, el compositor recurre a una serie de temas y motivos –entre los que destaca el luminoso y pacífico tema principal– para dar algo más de profundidad y matices sus arcos dramáticos, logrando momentos de una gran emotividad.

Por último, si bien gran parte de la música está hecha con samplers –y en muchas ocasiones se nota–, lo cierto es que no perjudica el resultado en el videojuego ya que esta logra significarse y rendir a un alto nivel en todo momento. Además, esta excusable falta de medios se ve compensada con creces gracias al magnífico trabajo realizado con la música adaptativa. Y este aspecto resulta digno de mención pues en los momentos jugables las músicas ambientales y dramáticas están implementadas de manera que no puedan resultar impostadas o inadecuadas dependiendo del tipo de juego de cada jugador; las de acción están convenientemente divididas por fases que van evolucionando en función del avance que hayamos hecho en el combate, ya sea uno multitudinario o un boss; las de muchas cinemáticas o eventos no jugables eluden los saltos abruptos; y todas ellas fluyen adecuadamente de unas a otras –la mayoría de ocasiones con entradas y salidas bien resueltas– en función de las acciones del jugador.