En un pequeño pueblo de la Inglaterra de 1959, una mujer decide, en contra de todos, abrir la primera librería que haya de esa zona.
El compositor aplica una creación que se aplica en lo ambiental y lo dramático. Temas de jazz y algunas canciones recrean el entorno de la época, en tanto una música íntima, austera y refinada sirve para aportar matices cromáticos al filme. Es una música que da profundidad a la figura del personaje protagonista, a quien arropa de modo sentimental y a la que expone en su soledad, pero le falta solidez estructural, queda en exceso dispersa y finalmente acaba por ser más de resoluciones inmediatas que de explicaciones. A pesar de la evolución del personaje y del propio argumento, la música, aunque cambiante, cuenta prácticamente lo mismo al principio y al final, resultando algo morosa, aunque es elegante.