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MOY LASKOVYY I NEZHNYY ZVER

INFORMACIÓN DISCOGRÁFICA
Compositor: Doga, Yevgeni
Sello: Park
Duración: 56 minutos
INFORMACIÓN DE LA PELÍCULA
Título original: Moy laskovyy i nezhnyy zver
Director: Emil Loteanu
Nacionalidad: Rusia
Año: 1979
ARGUMENTO

En la Rusia del Siglo XIX, un conde débil y corrupto se enamora de una joven de 17 años, que acaba por amargarle más la vida.

PUNTUACIÓN MUNDOBSO
8
PUNTUACIÓN USUARIOS
8.5
Puntuar
Total de votos: 2
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COMENTARIO MUNDOBSO

Esplendorosa partitura dramática y romántica, en la mejor de las tradiciones rusas, con un bellísimo tema principal, sólidos temas ambientales y un radiante e intenso vals.

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Usuario: Ángel González
Fecha de publicación: 06.09.2022
Bajo el título original de Moy laskovyy i nezhnyy zver (aka Accidente de caza, aunque en inglés también My sweet and tender beast, más ajustado al original) encontramos una (para mí) gran película a cargo de Emil Loteanu.

Se trata de un drama muy bien contado acerca de cierta aristocracia rusa del XIX, decadente, y que deja entrever las desigualdades sociales reinantes. Pero más allá de eso (y quizás también por ello) yo la veo como un símil de cuento de Caperucita Roja, por lo que a continuación contaré, con SPOILERS necesariamente.

La película es el relato de Sergey, el protagonista, quien cuenta su historia a través de un libro que hace llegar al director de un periódico. Una original manera de exponer los hechos.

Invitado por un conde excéntrico, enfermo terminal de cirrosis, que acaba de adquirir una nueva morada, Sergey llega a un lugar donde encontrará a Olga (Olia u Olenka, como también la llaman), una joven de dieciséis años, hija de un empleado forestal, que resulta ser el objeto del deseo del grupo de aristócratas y amistades del conde. Lo que aparenta ser una admiración por su belleza está muy bien caracterizado por el realizador, que los pinta como una manada de lobos con piel de cordero al acecho de su presa. Que ella luzca con un vestido rojo en su primera aparición me acrecienta esta idea.

Entre los acechadores están Sergey (el más joven, pero no tanto), al igual que el conde, y un viudo (Urbenin) que llegará a pedirle matrimonio. Ella aceptará, pero secretamente se enamora de Sergey. Y aceptará porque quiere salir de la pobreza y del bosque donde vive. De esa necesidad se prevaldrán los hombres de esta historia.

La música la firma Yevgeni (Eugen) Doga, un compositor casi desconocido por estos lares. Y con casi me quedo corto. No obstante si hay una pieza relevante a efectos de reconocimiento público (no aquí, repito) es el vals que constituye el tema principal de esta película. Es una vals precioso, pero eso no es lo importante. Lo es el papel que juega.

El filme cuenta con dos tipos de música muy diferenciadas. Simplificando mucho inicialmente: la diegética (muy abundante) y la no diegética. De la primera decir que está plenamente justificada, cobrando especial protagonismo la música del grupo de gitanos que ha requerido el conde para una gran fiesta nocturna que celebra y que se extenderá hasta el alba. Resulta extravagante pero acertada para representar la personalidad histriónica y muy teatral del conde. La música diegética copa la primera mitad de la película, justo después de la música inicial y antes del vals de boda.

Pero la parte dramática y narrativa es en la que quiero detenerme. Su aparición es poca pero definitoria. Dos temas centrales: uno inicial y que volverá a sonar en algunas escenas más (incluido el final), que ambienta un clima de tragedia, especialmente premonitorio en el primer momento en que Sergey y Olga se ven a lo lejos, con voz masculina tomando el tema cuando se enfoca a él, y voz femenina en el plano consecutivo de Olga, para volver a él y retomar la voz masculina. La historia se centra en ellos desde el principio gracias a este pequeño y breve detalle, pero muy definitorio. Es el tema que verdaderamente comparten, pero lo comparten como música de la tragedia que vendrá. Por ejemplo, sonará nuevamente cuando Urbenin, engañado, decide irse. Olga y Sergey no están en escena, pero se siente que están ahí y nuevamente el tono trágico no avecina nada bueno.

No obstante el gran mérito de esta banda sonora radica en su vals y su capacidad para significar cosas diferentes en función de si la música suena “externa” (diegética) o si la hace suya Olga, y ello afectará al significado que esta música tendrá para aquellas personas que tengan presencia en pantalla cuando suene este tema. Intentaré explicarlo:

El vals suena en el momento de la boda de Olga con Pyotr Urbenin, justo después de que ella hubiese abandonado el salón del banquete y autorizasen a Sergey a ir a buscarla. Cuando se encuentran se declaran sus sentimientos y él intenta persuadirla para que abandonde a su “recién” esposo y se fugue con él, pero ella piensa que ya no es posible, aunque le propone verse todos los días.

La excelente escena del vals de boda comienza en (falsa) diégesis y, mientras comienza a sonar, para Olga supone la cárcel de un matrimonio sin amor. Para los demás, en cambio, se verá como la plasmación de un día feliz. Ella derrama unas lágrimas y recuerda a Sergey. El plano paulatinamente se va a centrar en el rostro de Olga quien hace suyo completamente el tema, pero lo transforma y lo convierte en el recuerdo del amor declarado y recíproco con Sergey. La música pasa de subyugar a ser liberadora, gracias a la gran labor de Loteanu y Doga.

La asimilación total de la música por Olga tiene lugar en una escena posterior, montando a caballo con el conde. La música se transmite radiante, y no representa un yugo necesario, sino una plenitud vital. Pero el efecto comunicativo es excelente, pues aún siendo radiante, al final, cuando se ve a Urbenin sentado, observando la escena, la música nos resulta amarga (como representación de un engaño), e incluso cuando el plano se centra en Sergey, no vemos que comparta esa música, sino que le es inalcanzable: nos recuerda que Olga está casada con Urbenin. Un efecto excelente.

Suena de nuevo tras la cacería. Olga y Sergey parecen retomar su amor tras un tiempo de distanciamiento, pero es un espejismo. El vals suena transformado, pero sigue siendo liberador para ella y símbolo de una barrera infranqueable para él. Ella confiesa que se ha casado para no volver al bosque y a la pobreza y él la repudia.

Cambio de escena, un disparo, un grito. A partir de ahí las sospechas. La moribunda Olga es recogida por Urbenin, a quien se culpa. Poco a poco la sospecha pasará (para nuestros ojos) hacia Sergey: ¿un accidente de caza o no?

La última aparición del vals, de su parte inicial, tiene lugar con Urbenin, siendo avisado, mientras fuera un carro de caballos lleva el cuerpo sin vida de Olga tapado en su parte trasera. La música sigue siendo de Olga, pero ya es su recuerdo, y se extiende al entierro, siendo ahora desgarradora para Urbenin, el conde y Sergey. Olga había hecho suyo el vals y, su presencia en este momento, transmite su pérdida.

Es maravilloso que una pieza resulte tan maleable, y es otro de esos insignes ejemplos de música que pasa de diegética a los personajes y viceversa: el Non nobis domine de Henry V, la nana de la maternidad en La sconosciuta, Spencer, Oldboy, y un afortundamente extenso etcétera.
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