En la Inglaterra de entreguerras, se entremezclan la amistad, la religión, el despertar al amor, la vida y la nostalgia por la juventud perdida.
En 1981 Geoffrey Burgon firmó una elegante partitura para la serie televisiva y ahora Adrian Johnston sigue similar línea melodramática y romántica, con una sucesión de bellas melodías y un destacado tema principal. Se destaca, sin embargo, por el cariz intimista del conjunto, que mantiene estable incluso en aquellas escenas donde la música es más expresiva y abierta.