Documental sobre la expedición del Artic Sunrise, con los hermanos Carlos y Javier Bardem, en una campaña de Greenpeace para reivindicar la protección de la Antártida.
Mucho más cerca de un reportaje que de un documental, Santuario quiere transmitir un mensaje y compartir un compromiso que se transmite y se comparte suficientemente bien con el poder de los inmensamente bellos escenarios y con las contundentes declaraciones de los científicos, y también con la emotiva participación de los hermanos Bardem. A partir de esta premisa, mejor lograda como reportaje que como documental, ¿qué puede hacer la música por ayudar? En un documental (o un reportaje) la música ha de estar al nivel o incluso elevar (al espectador) a un nivel superior del que se expone. Este nivel superior suele ser emotivo pero también participativo, y ahí están los numerosos ejemplos legados por compositores como John Scott o George Fenton, entre otros, con creaciones que explicaban y a la vez fascinaban.
Aquí todo queda en un buen intento que acaba por naufragar. Una de las razones es la propia obra, que es más reportaje que documental pero con una música que aspira a ser más de documental que de reportaje, generando una falta de maridaje o sinergia considerable. En segundo lugar el tema principal se reitera pero no se desarrolla ni evoluciona, al menos de modo significativo: es el mismo al principio e igual al final, como si nada hubiera cambiado. Fuera del tema principal, que es en exceso sencillo, las demás músicas son aún mucho más sencillas, pero el gran condicionante para desgastar la música y llevarla a un rol secundario es Javier Bardem: él impone a Mozart (Piano Concerto 21) en la escena más intensa de todo el reportaje, cuando se sumerge con el submarino en las profundidades. Suena Mozart donde debería sonar la música original en todo su esplendor, pero suena Mozart con lógica porque el actor le cita al salir impactado de la experiencia. Y con ello, el epicentro ya no es de la música original. Se intenta remendar en la escena inmediatamente posterior (y en verdad se logra) pero el daño ya está hecho y este reportaje es más de Mozart que de los dos compositores.