Videojuego en el que el jugador controla a un joven que debe combatir a distintos monstruos gigantescos en busca de revivir a su amada que fue ejecutada por tener un destino maldito por la gente de su pueblo.
Reseña de Gabriel Yong:
En este título, uno de los más importantes de la Historia de los videojuegos, se consagra en todos sus apartados la filosofía del director Fumito Ueda acerca del diseño por sustracción, donde lo único central es enfocarse en lo narrado no existiendo la posibilidad de que existan elementos que distraigan al jugador como misiones secundarias o personajes ajenos a la historia principal. Esto se practicó por primera vez en ICO (01), donde la música de Oshima ayudaba a crear esa sensación de soledad en el castillo donde estaban los protagonistas, pero ahora llevado a un nivel superior.
Shadow of the Colossus es un juego muy complejo en su planteamiento, ambigua en muchas partes, donde lo épico se vuelve trágico, lo bello está fuera del alcance de los hombres y al final el amor de Wander o quizá su egoísmo por no respetar las leyes naturales le traerá su propia destrucción: es aquí donde la música es capital para entender toda la dimensión de este juego: Otani plantea su música y sus efectos sonoros en siete secciones bien definidas: el prólogo, la exploración, la llegada, el combate, el fin del combate, las cinemáticas y el epílogo.
Tras la batalla contra el cuarto coloso vuelve el tema de muerte indicando el estado inmóvil de la muchacha. Tras vencer al octavo coloso se plantean dos cuestiones musicales: en primer lugar una ensoñación de Wander, que ve a Mono levantarse del altar con el tema principal, pero en la forma de ejecución del tema representa más una ilusión que algo que en verdad vaya a materializarse; en segundo lugar, cuando despierta el muchacho se plantea un tema que nunca despegará y es el de amor, un tema sencillo escrito para piano que acompaña el gesto de Wander al tocar la mejilla de su amada. Tras vencer al doceavo coloso cambian las cinemáticas y es ahora un grupo de jinetes encabezados por Lord Emon quienes se dirigen al templo con su tema musical a toda velocidad, denotando la impetuosidad por llegar a aquel lugar y parar el ritual, pero después aguarda el gran final.
Tras vencer al último coloso llega la cinemática final, donde se resolverán todos los temas musicales planteados a lo largo del juego. En primera instancia llega Emon al templo, donde se derrumba la última estatua y el motivo de la destrucción de los colosos vuelve con fuerza descomunal, esta vez interpretado en un órgano, y se intensifica cuando el chaman ve el cuerpo de Mono sobre el altar. Tras la teletransportación de Wander y tras haber completado el ritual este se ve transformado en una horrible figura donde de su cabeza salen dos cuernos y su piel se ha empalidecido, a lo que se agrega que cuando se le presenta vuelve el tema de Dormin ya que al final de todo el objetivo de esta deidad era usar al joven como recipiente para así poder resurgir.
Emon lo encara a Wander y piensa matarlo por ese acto tan peligroso. Vuelve el tema de muerte con él y se intensifica cuando le disparan una flecha. Luego otro de los guardias lo acuchilla y del pobre muchacho sale un líquido negro (como le salían a los colosos al morir) y tras ello vuelve el motivo de las sombras oscuras cuando se transforma en una de ellas y también vuelve el tema del ritual, pero de una forma triste ya que Mono sigue sin despertar y el muchacho cree que no ha funcionado todo lo que hizo. Esto marca última vez que ve a su amada, tras lo que se da el despertar de Dormin cuando recobra su forma original: podría esperarse que su tema se alzaría victorioso, pero Otani decide algo más ingenioso ya que el tema que vuelve es el del destino de Wander cuando se recobra el control y en esta nueva forma se intenta aplastar a Emon pero sin lograr nada, indicando que su viaje ha llevado a esta tragedia, a este camino sin retorno mientras el chaman escapa, llega a la parte más alta del templo y arroja la espada con el tema del ritual esta vez es para sellar a Dormin para siempre y cuando funciona su sombra es arrastrada se da por última vez el control del juego para controlar al espectro de Wander que intenta desesperadamente llegar al altar. Pero es imposible y acompañado del réquiem de la muerte de los colosos también marcará su final definitivo en esta trágica historia, ya que el que hizo daño a tan magnificas criaturas merece el mismo fin.
Pero este no es el final de la historia, ya que Dormin cumple su palabra y Mono despierta sorprendida y con ella se encuentra la yegua, que sobrevivió a la caída al río. Se presenta a Emon volviendo a su pueblo y destruyendo con él el acceso a ese lugar mientras aparece el tema principal que aquí podría representar ese objetivo cumplido de que la chica esté con vida y la destrucción y daños colaterales causados al acompañar también a las imágenes de los colosos muertos, con sus cuerpos siendo reclamados por la vegetación. En los momentos finales Emon vuelve la mirada atrás con su tema y pronuncia esta frase:
Pobre alma impía... Ahora, ningún hombre volverá a invadir este lugar. Si estuvieras vivo... Si es posible que continúes existiendo en estas tierras selladas... algún día, tal vez harás expiación por lo que has hecho
Con la frase llega la última declaración del tema principal casi como diluyéndose por completo. En los últimos compases del juego Mono encuentra en el mismo lugar donde murió Wander un bebé con cuernos al que adopta y que cuidará al igual que la yegua en la parte superior del castillo, donde encontró un lugar lleno de vida y con ella también surge otro tema de la esperanza, que después de todo lo acontecido en el videojuego es una justa recompensa tras ser testigos de semejante tragedia causada por el amor.