Al igual que en la segunda entrega, se dedica a explotar la gallina de los huevos de oro. Para Harry Gregson-Williams unas vacaciones de verano, para nosotros unas de tormenta. Para un compositor que tenga estudios de composición debe de ser realmente fácil componer una banda sonora sustentada en un tema ya creado (para la primera entrega de la saga)y explotarlo para el resto de la saga mientras se mete en el bolsillo el dinero. Nada nuevo hay en esta banda sonora, solo algún tema que otro nuevo pero muy endeble y nada perfilado así como los sabidos arreglos de un modista de pueblo de un sencillo pero hermoso tema principal. El trabajo del compositor es nulo en este caso, y su artesanía es bastante limitada. Compositores como Mcneely llorarían de ilusión (como los aficionados) por encontrarse un trabajo como este con el que subir al podio, mientras, el compositor de Narnia se rie de nosotros,