Los avatares de tres distintos estafadores, una madre y su hijo y una bellísima mujer, que dan el gran golpe en las carreras de caballos.
Banda sonora con la que el compositor ayuda a satirizar la historia con una melodía rítmica, sustentándola en el uso de las ondas Martenot, que destaca la vertiente más oscura y tétrica del relato: el juego de engaños entre los tres personajes centrales, gentes sin escrúpulo alguno dispuestos al hundimiento del contrario para conseguir el mayor beneficio propio.
Con esta premisa, la música compuesta tiende a describir las reglas de ese macabro juego. No hay humor alguno en el argumento, y el escaso que se destila es duro y cruel, sin concesiones. Por ello, la labor del compositor estuvo destinada a aliviar un tanto la fuerte carga de tensión de las situaciones y los personajes, haciendo parecer cómico lo que no lo era en absoluto.
Para el compositor, en todo caso, fue una mala experiencia: "hice la música por idea de Martin Scorsese, que era el productor. Fue él quien lo quiso. Con Stephen Frears, el director, fue muy diferente. Mientras trabajábamos en la película, cooperó, pero hizo algo muy inusual: cuando había terminado de componer la música, la movió de lugar en distintos lugares de la película. No sé porque lo hizo. Supongo que pensó que era una buena idea, pero a mí no me gusta cómo quedaron esos cambios".