Tras ser rescatada de una experiencia diabólica, una muchacha se percata que no puede recordar fragmentos de los últimos meses, pero el maléfico poder que la poseyó está de vuelta con otro plan aterrador.
Como es habitual en este tipo de películas, la banda sonora contrasta una música ambiental aplicada para la recreación del terror con otra dramática, para resaltar la fragilidad de la protagonista. La primera la conforman una serie de temas agresivos, turbulentos, en algunas ocasiones apocalípticos, muy elaborados y viscerales, que remarcan el enorme poder del mal, aunque ni lo definen ni lo concretizan. Frente a ella, una música bella, frágil y delicada, que gira en torno a un tema principal evocador que expone la bondad y la necesidad de liberación. Se produce, asi, una lucha de poder donde ambos tipos de música se retroalimentan.