Adaptación de la novela de Julio Verne sobre las aventuras de unos expedicionarios que se adentran en las entrañas de la Tierra para encontrar su punto más profundo.
El compositor quiso evocar el inhóspito y enigmático ambiente de las profundidades terrestres, para lo que creó una partitura sin instrumentos de cuerda (solo viento y percusiones, tocados en sus registros bajos) e incorporó también cinco órganos (uno de ellos de catedral), para dar al filme un sentido solemne cercano a lo religioso. La falta total de referentes le posibilitó el poder «inventar» la música que quiso para la descripción sonora de los distintos y tan extraños seres que se encontraban los protagonistas en su descenso, lo que facilitó que la propia película se magnetizara con una banda sonora que provocaba en el espectador fascinación y terror al mismo tiempo.