Es prácticamente seguro que este año Jonny Greenwood será doblemente nominado al Oscar por sus magníficas contribuciones en The Power of the Dog (21) y en Spencer (21). Y si se confirma será algo muy merecido según mi parecer y además debería ser muy bien recibido entre quienes no compartan ahora mi parecer, porque la Academia estaría significando que premia no solo la buena música de cine sino muy especialmente un uso tan inteligente de ella, lo que lamentablemente no es frecuente ver en las películas contemporáneas, cuyas músicas (incluso siendo buenas bandas sonoras) tienden a querer gustar o a cumplimentar los mínimos de lógica argumental, sin más ambiciones. Estas dos creaciones de Greenwood van un paso más allá, y no son las únicas en este más que notable año 2021 a punto de acabar.
No hubo inteligencia sino buenas dosis de torpeza en la música de Greenwood en la sobrevalorada banda sonora de Phantom Thread (17), por razones que resumidamente -habría que explicarlo viendo la totalidad del filme- comenté en su reseña, pero hay sobradas dosis de inteligencia en estas dos nuevas películas. No puedo revelar aquí las del filme de Jane Campion (están expuestas también en su ficha, pero precedidas de la seria advertencia de que el comentario contiene spoilers importantes) y en lo que respecta al de Larraín debo añadir a lo expuesto en la reseña dos escenas absolutamente prodigiosas y únicas, excepcionales, que necesariamente quiero comentar en detalle en un artículo que publicaré esta misma semana.
Me remito a ese artículo inminente. Hay ideas que van más allá de lo musical al transformarse en cinematográficas, y que de lo originales e innovadoras que son deberían convertirse en material de estudio en escuelas de cine y también conservatorios. La Historia del Cine se ha edificado en base a muchas aportaciones innovadoras de compositores que han cambiado la manera de narrar y hacer cine, ideas que luego se han convertido en modelos a seguir e imitar porque funcionan y son útiles. Toparse con ellas en estos tiempos me hace recuperar las esperanzas de que la inteligencia pueda volver a estar muy presente en la música de cine. Ojalá sea así.