Este mes arranca la primera gira de conciertos de Ennio Morricone tras su muerte. Será con su hijo Andrea al frente y habrá que ver si, cual Cid campeador, el compositor muerto conquista las plazas más difíciles. Todo apunta que así será: el mito sigue aún vivo y la pasión por Ennio Morricone que se demostró en los últimos años de su vida aún no se ha enfriado. La afluencia de público a los incontables conciertos que dirigió el maestro fue masiva e hicieron de él algo así como una estrella de rock. Hubo varias razones para explicarlo: por supuesto su música, pero también influyó el márketing y aún más el sentimentalismo de ver a un anciano adorable y famoso (famoso sí, ¡adorable no lo era tanto!), así que de alguna manera esos conciertos eran un espectáculo musical y de afectos. Por lo general, los precios no eran baratos, así que el mérito de llenar los auditorios fue absoluto.
¿Irá la gente a ver un concierto de Morricone sin Morricone presente? Morricone, para la prensa y para el gran público, era hace años un compositor que despertaba poca devoción, al menos a este nivel de audiencia multitudinaria. Sin embargo, gracias a sus trabajos con Tarantino, a los dos Oscar recibidos, al efecto llamada que tuvo tanto su anunciada despedida como el impacto de sus otros conciertos, unido a lo comentado de la simpatía por su ancianidad, hizo que los auditorios y salas de concierto ortodoxas resultaran espacios insuficientes para ubicar a toda la gente que quería verle.
Se llegó a la paradoja que el mundo quería ver a Morricone en concierto, incluso quienes no sabrían ni citar cinco bandas sonoras suyas. Pero lo más llamativo de todo es que, salvo excepciones contadas, no eran buenos conciertos: las deficiencias y problemas con el sonido y la mala amplificación de la música fue usual en casi todos los conciertos de su gira y fueron muy pocos los escenarios donde se celebró con un sonido impecable. En algunos fue perfecto (Turín o Lodz, por ejemplo) y en otros fue algo o bastante deficiente (Roma, Nimes o en Barakaldo y Madrid, entre otros) En la gira de conciertos de Hans Zimmer, que también hizo parada en España, siempre se ha celebrado la exquisitez del sonido, y no se sabe de ni un solo escenario donde no haya sido extraordinario, lo que tiene lógica porque una acústica impecable forma parte del todo, mientras que una deficiente podría evidenciar cierta dejadez que sería inaceptable con un precio de las entradas no precisamente baratas. Pero que eso se tolerara en los conciertos de Morricone evidencia hasta qué punto lo que menos importaba era la calidad sonora con tal de verle a él dirigiendo de cuerpo presente.
Ahora Andrea Morricone toma la batuta para sustituir a su padre. Los escenarios anunciados vuelven a ser de aforo masivo. Es razonable pensar, o al menos suponer, que mucha gente no tendrá interés en un concierto sin el protagonista presente, aunque el factor familiar sí puede ser un reclamo. Es también razonable pensar que los organizadores (comenzando por el propio hijo) harán lo necesario e invertirán lo que haga falta para que sonoramente sean impecables, pues lo contrario sería del todo inaceptable. Y como reclamo adicional, y para hacer el espectáculo más atractivo, se ha anunciado la proyección simultánea de escenas, imágenes y fotografías inéditas del maestro, a quien así se hará presente explotando seguramente la baza sentimental. Aún no hay fechas para conciertos en España, pero seguramente nuestro país será incluido. Si los conciertos de Ennio Morricone sin Ennio son tan masivos como cuando eran con él, entonces quedará demostrado que el maestro sigue bien vivo y no solo para quienes más le amamos.